El oro continúa siendo motivo de debate entre los inversores. Incluso algunos sugieren volver al patrón oro. A finales del siglo XIX, este sistema establecía que el dinero en circulación estuviera limitado por la cantidad de oro de un país, de manera que pudiera ser convertido en la correspondiente cantidad de oro en cualquier momento. Aquellos países con déficit comercial, y que por lo tanto gastaban más en adquirir bienes del extranjero que lo que recibían por sus exportaciones, veían contraer su masa monetaria de forma automática. Esto provocaba bajada de precios, lo que hacía más atractivas sus exportaciones para el resto de países, mientras las importaciones se encarecían, ajustando el déficit.
Los desequilibrios comerciales quedaban limitados a la expansión de crédito en países con superávit comercial y las contracciones en aquellos con déficit. Los tipos de cambio eran fijos, y cualquier desviación del nivel de precios de un país respecto al precio del oro provocaba entradas y salidas de oro hasta que la situación volvía a su equilibrio. Los países deficitarios debían controlar el consumo y proteger la parte de su capacidad productiva que le permitiera exportar más y corregir su déficit comercial.
Se puede afirmar que el patrón oro era considerado un sistema para prevenir la injusticia social que suponía que la inflación devaluara los ahorros de la clase media, optimizando a su vez la distribución de la producción a nivel internacional.
El patrón oro tomó diversas formas hasta derivar en el patrón cambio oro (la diferencia era que las divisas de los distintos países ya no se podían intercambiar por oro sino por el dólar y la libra, que sí mantenían su cambio en oro). Dicho sistema tampoco resistió debido al estallido de la Primera y Segunda Guerra Mundial y al gran gasto militar de Estados Unidos por la guerra de Vietnam. El último patrón oro, establecido en Bretton Woods en 1944, acabó en 1971 debido a la falta de consenso entre los países para mantenerlo vigente.
El sistema del papel moneda reintroducido a partir de ese año permitía, como apuntaba Milton Friedman, más flexibilidad a los Gobiernos y bancos centrales, de manera que estos pudieran actuar en base a objetivos económicos (y no exclusivamente comerciales) e intervenir en casos de crisis. No todos estaban de acuerdo con la opinión de Friedman de permitir que fuera el mercado el que marcara los tipos de cambio de las divisas, ya que ello provocaría mucha volatilidad en los movimientos de capitales.
La vuelta al patrón oro se ve como una solución integral a los últimos excesos monetarios. Su implantación presenta diversas dificultades, empezando por la limitada capacidad de ampliar de forma recurrente la oferta de oro en línea con el crecimiento económico global. También el enorme déficit comercial de Estados Unidos, el excedente de China (motivado en parte por mantener su divisa artificialmente devaluada), las continuas devaluaciones de algunos países para ganar competitividad y a la aparición de bloques regionales con intereses económicos y políticos comunes (precisamente el patrón oro debe ser un sistema común y aprobado por todos los países).
La alternativa del patrón cambio oro sería otra posibilidad, bien a través del dólar como moneda de referencia (probablemente generaría recelo por parte de Europa y Asia, especialmente de China) bien creando una divisa supranacional que permitiera ajustar los desequilibrios de capitales, tal como apuntó Keynes en Bretton Woods. Pero de nuevo sería necesario un consenso a nivel mundial.
La realidad, a pesar de la desaparición del patrón oro, es que los bancos centrales han seguido incorporando este activo como parte de sus reservas. Actualmente tienen 32.000 toneladas, según el World Gold Council, representando en algunos casos (como Estados Unidos y Alemania) más de la mitad de sus reservas totales. El incremento de stock de oro no ha sido proporcional al crecimiento de la masa monetaria, especialmente en los últimos años, cuando los bancos centrales han optado por incrementar sus balances comprando su propia deuda u otros activos e inyectando liquidez en el sistema financiero. Tomando como referencia los últimos datos disponibles de masa monetaria y reservas de oro de la FED, la aplicación del sistema patrón oro en Estados Unidos supondría un precio del oro cercano a ¡40.000 dólares por onza! (frente a los 1.350 dólares que cotiza actualmente).
Aunque sea improbable recuperar el sistema en su forma original, es previsible que el debate para establecer mecanismos de control monetario que eviten los graves desequilibrios actuales y la volatilidad en los movimientos de capitales se mantenga, limitando asimismo el instinto humano de seguir gastando por encima de nuestras posibilidades.
Fuente: Cinco Días
Mark Harrison: Director de publicaciones de CFA Institute
David Gonzalvo: Miembro de CFA Society Spain.
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