miércoles, 31 de julio de 2019

20 Common Metal Alloys and What They’re Made Of

More Than a Precious Metal: How Platinum Improves Our World

Why Gold is Money: A Periodic Perspective




¿Por qué el oro es dinero?

El economista John Maynard Keynes llamó al oro una "reliquia bárbara", lo que sugiere que su utilidad como dinero es un artefacto del pasado. En una era llena de transacciones sin efectivo y cientos de criptomonedas, esta declaración parece más cierta hoy que en tiempos de Keynes.

Sin embargo, el oro también posee propiedades elementales que lo han convertido en un metal ideal para el dinero a lo largo de la historia.

Sanat Kumar, ingeniero químico de la Universidad de Columbia, desglosó la tabla periódica para mostrar por qué el oro se ha utilizado como metal monetario durante miles de años.
 
La tabla periodica

La tabla periódica organiza 118 elementos en filas aumentando el número atómico (períodos) y las columnas (grupos) con configuraciones electrónicas similares.

Al igual que en la animación de hoy, apliquemos el proceso de eliminación a la tabla periódica para ver por qué el oro es dinero:
  • Gases y líquidos: Los gases nobles (como argón y helio), así como elementos como hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, flúor y cloro son gaseosos a temperatura ambiente y presión estándar. Mientras tanto, el mercurio y el bromo son líquidos. Como una forma de dinero, estos son inverosímiles y poco prácticos.
  • Lantánidos y Actínidos: Luego, los lantánidos y los actínidos son generalmente elementos que pueden descomponerse y volverse radiactivos. Si llevara esto en su bolsillo, podrían irradiarlo o envenenarlo.
  • Metales alcalinos y alcalinotérreos: Los metales alcalinos y alcalinotérreos se encuentran en el lado izquierdo de la tabla periódica y son altamente reactivos a presión estándar y temperatura ambiente. Algunos incluso pueden estallar en llamas.
  • Transición, metales posteriores a la transición y metaloides: Hay alrededor de 30 elementos que son sólidos, no inflamables y no tóxicos. Para que un elemento se use como dinero, debe ser raro, pero no demasiado raro. El níquel y el cobre, por ejemplo, se encuentran en la corteza terrestre en abundancia relativa.
  • Elementos super raros y sintéticos: El osmio solo existe en la corteza terrestre de los meteoritos. Mientras tanto, los elementos sintéticos como el rutenio y el nihonio deben crearse en un laboratorio.
Una vez que se eliminan los elementos anteriores, solo quedan cinco metales preciosos: platino, paladio, rodio, plata y oro. La gente ha usado la plata como dinero, pero con el tiempo se empaña. El rodio y el paladio son descubrimientos más recientes, con usos históricos limitados.

El platino y el oro son los elementos restantes. El punto de fusión extremadamente alto del platino requeriría que un horno de dioses los derritiera en la antigüedad, por lo que no es práctico. Esto nos deja con oro. Se derrite a una temperatura más baja y es maleable, lo que facilita su trabajo.
 
Oro como dinero

El oro no se disipa en la atmósfera, no estalla en llamas y no envenena ni irradia el soporte. Es lo suficientemente raro como para dificultar la producción excesiva y maleable para acuñar monedas, barras y ladrillos. Las civilizaciones han usado constantemente el oro como material de valor.

Quizás las sociedades modernas deberían reflexionar al observar las propiedades del oro, para ver por qué ha servido como dinero durante milenios, especialmente cuando la riqueza de alguien podría desaparecer en un clic.




miércoles, 5 de junio de 2019

El real de a ocho español y las primeras economías-mundo a finales del siglo XVIII




Como recoge Antonio Miguel Bernal en su obra «Remesas de Indias: De «Dinero político» al servicio del Imperio a indicador monetario», España fue durante casi tres siglos ininterrumpidamente la mayor fábrica de moneda del mundo, por lo que a su entender no es de extrañar que para las economías europeas e internacionales de los siglos XVI al XVIII las remesas indianas, en cuanto a oferta monetaria, fuera uno de los temas más recurrentes en los esbozos teóricos y prácticos de economía política mercantilista de los coetáneos, y a partir de entonces, objeto de reflexión teórica económica desde la investigación histórica. 

El descubrimiento de América y la llegada de las remesas de metales preciosos tuvieron como efectos la extensión del ámbito monetario y el desplazamiento de la preeminencia económica del mundo mediterráneo, que dejó de ser el eje del comercio y con ello del mundo monetario. Las monedas internacionales de épocas anteriores, las emitidas por las repúblicas italianas, se vieron sustituidas por los reales de a ocho españoles. Para Jaime Lluís Navas brusi, la política de supresión total de las emisiones de la Corona de Aragón por Felipe V marcó en España el triunfo definitivo de la moneda atlántica sobre la de herencia mediterránea. 

Columnario México 1770


Desde muy temprana época, todos los comerciantes europeos que adquirían mercancías en los países árabes o en Oriente debían necesariamente satisfacer su adquisición en moneda de plata española, por lo que tanto en las carabelas portuguesas como posteriormente en los barcos de las compañías holandesas, británicas, francesas o danesas se llevaba la misma como carga, y esto siguió produciéndose hasta bien entrado el siglo XIX. Como afirmaba Carlo María Cipolla, ni la India ni China mostraban ningún interés por los productos europeos, por lo que, citando a Van Linschoten, afirmaba que los veleros que partían a las Indias Orientales no llevaban más carga que víveres para la población, algunos barriles de vino y aceite y reales de a ocho españoles. 

Real de a 8 Madrid 1800


Si bien fue habitual la circulación de moneda mayor, en barras o panes, que procuraba beneficios a sus tenedores a la hora de su afinado y acuñación en la moneda propia de cada país, la moneda acuñada, especialmente los reales de a ocho, tenía las ventajas de no pagar tributos durante su transporte y ser aceptadas como circulante universalmente, por lo que era preferida por los comerciantes. Carlos Marichal Salinas afirma que si bien se estima que la tercera parte de la plata indiana fue reacuñada en las cecas de Francia, Holanda o Inglaterra, una parte importante de la moneda española fue remitida por los mercaderes a las áreas donde había demanda de metales preciosos, como eran el Báltico, Rusia, Levante, India o China.

Mapa de 1720


De las Indias españolas salían, afirmaba Manuel Colmeiro y Pinedo con los datos aportados por Alfonso Carranza y otros autores, unos cinco millones de pesos a reinos extraños, ya de Nueva España vía Acapulco a China, ya del Paraguay para Brasil, o de los demás dominios españoles por las muchas y secretas minas del contrabando. Asia e incluso África eran el sepulcro de las riquezas de nuestras Indias, porque atravesando los océanos iban a esconderse a los reinos de la China, Japón, la India Oriental, Persia, Constantinopla, Gran Cairo y Berbería, y defendía que apenas corría entre aquellas gentes remotas otra moneda que reales de a ocho y doblones castellanos. 

Para Marcos Gutiérrez, en 1829 el Indostán, el Imperio Mongol, era el abismo donde iban a ocultarse todos los tesoros que se traían de América. En esta obra se trazaban una serie de itinerarios a los que haremos referencia en las siguientes páginas: de Turquía a Persia y de allí a la India por el comercio de Moka, Babel-Mandel, Bassora y Bandes-Abassi, y el comercio directo de los europeos y otras naciones asiáticas. Según esta obra, gran cantidad de esta moneda se consumía en telas y brocados de oro y plata, en obras de platería y sobre todo en el ocultamiento y enterramiento de enormes tesoros por los emperadores mongoles. 

Mapa holandés de 1735


Braudel recogía que hasta finales del siglo XVIII, con la aparición de una auténtica economía mundial, Asia conoció unas economías-mundo sólidamente organizadas y explotadas, como fueron China, Japón, Insulindia y el Islam. Las relaciones entre sus economías y las europeas fueron superficiales, si bien algunas mercancías de lujo, como las especias, la pimienta y la seda, suponían su intercambio por otras especies monetarias. Estos estrechos intercambios se reservaban, no obstante, al gran capital, lo que a juicio de Braudel no puede ser una casualidad. 

Para este autor, si bien Europa giró sucesivamente hasta 1750 alrededor de ciudades esenciales, como fueron Venecia, Amberes, Génova y Ámsterdam, su sucesora Londres no era una ciudad-estado, sino la capital de un territorio, las Islas Británicas, que le aportaron la fuerza irresistible de un mercado nacional. Definía la economía nacional como: un espacio político transformado por el Estado, en razón de las necesidades e innovaciones de la vida material, en un espacio económico coherente, unificado y cuyas actividades pueden dirigirse juntas en una misma dirección, y que sólo Inglaterra pudo realizar tempranamente esta proeza. Afirmaba asimismo que… “Lo que consigue Inglaterra a costa de Ámsterdam no es sólo la continuación de sus pasadas hazañas, sino su superación. Esta conquista del universo fue difícil y entrecortada de accidentes y dramas, pero la preponderancia inglesa se mantuvo y superó todos los obstáculos. Por primera vez, la economía mundial europea, arrollando a las demás, pretenderá dominar la economía mundial e identificarse con ella a través de un universo en el cual se borrará todo obstáculo, ante el inglés primero y ante el europeo después”

El comercio intercontinental era asimétrico, dado que los consumidores asiáticos no estimaban las mercancías europeas en la misma cantidad que las adquisiciones realizadas en Oriente por los occidentales, lo que suponía un enorme déficit en el comercio europeo, que debía cubrirse con pagos en moneda. Esta visión, común a muchos autores, es no obstante discutida por otros, como Flynn y Giráldez, que observan contradicciones entre las explicaciones del deficitario balance macroeconómico europeo y la documentación actual.

Real de a 8 con resellos chinos


Los europeos introdujeron en China miles de toneladas de plata entre mediados del siglo XVI y mediados del siglo XVII, que se unieron a las inmensas cantidades del mismo metal que se importaron en China desde Japón. Entre 1550 y 1650, sin embargo, China exportó oro a Europa, a Japón y a Nueva España, dado que mientras que el poder adquisitivo de la plata duplicaba en China al de cualquier otro punto del planeta, el del oro en Europa era mucho mayor. 

Real de a 8 con resellos de Greenoch, Escocia


Para Flynn y Giráldez el comercio de moneda acuñada se entiende sólo cuando se sitúa en un contexto global. Los principales productores de plata eran los de las Indias españolas y Japón, no Europa; y China era el principal mercado de destino de la plata. Los comerciantes europeos eran según estos autores meros intermediarios en el comercio global de los metales preciosos, tanto los portugueses como los holandeses, así como los españoles directamente a través de la Nao de la China. Según estos autores, en esta época grandes cantidades de sustancias monetarias, como la plata, el oro, el cobre o los cauris, se remitieron desde sus áreas específicas de producción a mercados finales en distintas partes del mundo, y la cobertura de la demanda de cada una de ellas debe ser analizada independientemente. 

Real de a 8 con resellos chinos


Como afirmaba en 1843 Saint Cair Dupont, el real de a ocho era todavía a mediados del siglo XIX la moneda más universal, y había servido durante siglos para las grandes transacciones comerciales del mundo marítimo. Los pueblos de Oriente reconocieron durante siglos las armas del Rey de España como garantía de un peso constante y un contenido en plata fidedigno, y tuvieron una gran repugnancia en aceptar en su lugar monedas de nuevo cuño, que no les ofrecían un grado de seguridad bien conocido por una larga experiencia. 

En su trabajo sobre la historia de la moneda en las colonias británicas de 1893 Chalmers realizó una recopilación de la historia de los viejos pesos fuertes españoles o piezas de a ocho, así como de su representación mexicana coetánea, que estimaba era la más completa de todas las referidas, según sus palabras, a esta moneda universal durante tres siglos. 

Autor: Pedro Damián Cano Borrego, es Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid 


Bibliografía 
  • BECHTLOFF, D., “Comercio, plata y prestigio social en el Madagascar precolonial. Introducción, divulgación y utilización de la moneda, considerando especialmente el papel del peso mexicano”, Contribuciones desde Coatepec, Universidad Autónoma de México, año/vol. 1, nº 1, julio-diciembre 2001, pp. 72-88 
  • BERNAL, A.M, «Remesas de Indias: De «Dinero político» al servicio del Imperio a indicador monetario», en 
  • BERNAL, A.M., (ed.), Dinero, moneda y crédito en la Monarquía Hispánica, Madrid, 2000, pp. 353-384. 
  • CHALMERS, R., History of currency in the British Colonies, London, 1893. 
  • CIPOLLA, C.M., La Odisea de la plata española. Conquistadores, piratas y mercaderes, Barcelona, 1999. 
  • FLYNN, D.O., y A. GIRÁLDEZ, «Imperial monetary policy in global perspective», en 
  • BERNAL, A.M., (ed.), Dinero, moneda y crédito en la Monarquía Hispánica, Madrid, 2000, pp. 385-404. 
  • LLUIS Y NAVAS-BRUSI, J., «La función del Mediterráneo en la historia monetaria de las Edades Media y Moderna», NVMISMA, nº 19, marzo-abril 1956, pp. 33-54. 
  • MARCOS GUTIÉRREZ, J., Librería de Escribanos, Abogados y Jueces, que compuso don José Febrero, Escribano Real y del Colegio de la Córte, Parte Primera, Tomo Primero, Séptima Edición, Madrid, 1829. 
  • COLMEIRO, M., Historia de la Economía Política en España, Tomo II, Madrid, 1863. 
  • MARICHAL SALINAS, C., “La piastre ou le real de huit en Espagne et en Amérique: Une monnaie universelle (XVIe-XVIIIe siècles)», Revue européenne des sciences sociales, Tome XLV, 2007, N° 137, pp. 107-121. 
  • SAINT CLAIR DUPORT, De la production des métaux précieux au Mexique, considérée dans ses rapports avec la Géologie, la Métallurgie et l’économie politique, Paris, 1843. SAY, J.B., Tratado de Economía Política, ó exposición sencilla del modo que se forman, se distribuyen y se consumen las riquezas, 4ª ed., trad.de Juan Sánchez Rivera, T. I, Madrid, 1821. 


 Fuente: Oro Información