jueves, 31 de mayo de 2018

Hay que cultivar la paciencia con el oro



A mediados del pasado mes de febrero les hablaba del oro y les comentaba que tras la ruptura de la tendencia principal bajista de más de cinco años, todo estaba preparado para ver grandes subidas tras la paciente espera para ver el throw-back a dicha tendencia bajista. 

Con el apoyo y reacción ante la media móvil de largo plazo podíamos dar por bueno el testeo a la tendencia. Sin embargo, tal y como advertimos entonces, lo importante es que la inflación llegue a las economías y esto ayude a romper la importante resistencia que se presenta en los precios en las cercanías a los 1.400 dólares y de la que llevamos prácticamente cinco años sin poder romper. 

Y es precisamente lo que hemos vuelto a ver: otro fracaso a la hora de acercarnos a los 1.400 dólares por onza. Ya comenté en febrero que esto llevaría su tiempo, ya que necesitamos el apoyo de un nivel de inflación más elevado. Ya entonces les hablé de la formación triangular que estaba formando el precio del oro y que ahora aprovecho de nuevo para actualizarles. 


Como podemos ver en este gráfico, seguimos teniendo esa formación triangular bien definida con una clara presión por la parte superior que ha llevado a los precios a los 1.300 dólares que les comentaba como peor escenario posible. Ahora la base del triángulo se encuentra en los entornos de los 1.235 dólares donde además tenemos también la media de largo plazo. Este hecho unido a que estamos viendo un resurgir de la fortaleza del dólar estadounidense, me hace pensar que visitar la base del triángulo no es nada descartable en las próximas semanas. 

A pesar de ello, el triángulo seguirá vigente y debe terminar por romper por la parte superior. En febrero le decía que podía esperar a ver los 1.300 dólares antes de entrar o esperar pacientemente a la ruptura de los 1.378 dólares la onza. Hoy le digo exactamente lo mismo. Puede comprar a estos precios y volver a comprar si se los encuentra en los 1.235 dólares de nuevo. 

De hecho, es lo que hacemos desde la plataforma conjunta para la compra de oro que tenemos en OroCashSC.com, o simplemente esperar la ruptura triangular por la parte superior para disfrutar de un viaje que nos llevaría en primer lugar ante los 1.527 dólares. Pero esto es solo el principio de una historia que está por escribirse. 


Autor: Eduardo Bolinches es director de Bolsacash 
Publicado en: Valencia Plaza

martes, 22 de mayo de 2018

500.000 lingotes de oro escondidos bajo el metro de Manhattan


EL PAÍS visita la cámara acorazada donde la Reserva Federal de Nueva York guarda 250.000 millones de dólares en barras del metal precioso 

Entrada a la caja fuerte de la Reserva Federal de Nueva York


El subsuelo de Manhattan esconde grandes sorpresas. Tan grandes como la mayor reserva de oro del mundo, justo a dos calles de Wall Street. Son más de medio millón de lingotes que se apilan en columnas de tres metros de altura en el sótano del edificio de la Reserva Federal de Nueva York, la institución que ejecuta las operaciones de política monetaria. Pero ese oro no es todo suyo, pertenece en gran parte a instituciones como el Fondo Monetario Internacional. 

“La gente cree que todo el oro está en Fort Knox”, comenta la persona que hace de guía mientras se desciende el equivalente cinco pisos, “pero aquí tenemos una cuarta parte de las reservas del mundo”. La gigantesca caja fuerte está 25 metros por debajo de Liberty Street ó a 15 si se toma como referencia el nivel del mar. “Dependiendo del día”, calcula mientras suelta algunos datos, “es un valor próximo a los 250.000 millones de dólares. A medio millón por barra”. 

Todo ese oro concentrado corresponde a una quinta parte de la economía española y supera las ventas globales que realiza Apple en un año. La primera puerta que se cruza al salir del ascensor podría ser la de cualquier casa. En ese momento las manos deben estar visibles. Se pueden tomar notas, pero no hacer dibujos en el cuaderno. “No puedo controlar tu destino si lo haces”, advierte la funcionaria mientras se avanza por un pasillo. 

La entrada a la caja fuerte se ve al fondo. Es cilíndrica y funciona como una puerta rotatoria. El marco es una combinación de acero y hormigón de 140 toneladas, de tres metros de espesor. El cilindro central pesa 90 toneladas. A cada lado hay dos grandes volantes. Uno hace rotar el cilindro para alinear el hueco con el marco. El otro lo deja caer unos milímetros para que el cierre sea hermético. “Puedes sobrevivir 72 horas máximo”, indica, “pero nunca lo hemos probado”.

“Todo es mecánico”, explica, “tal y como se diseñó en 1920”. Para poder operar la caja fuerte y acceder al área donde están los lingotes se necesitan tres equipos de seguridad. Uno por cada una de las dos combinaciones y un tercero que tiene la llave de un pequeño candado. “Hace gracia al verlo”, admite, “pero es tan importante como los que tienen las claves”. En el centro del espacio hay una báscula tan grande, que en cada plato entraría de pie una persona. 

Lingotes amontonados en una de las celdas de la caja fuerte de la Reserva Federal de Nueva York

 Goldfinger, el villano de 007, se habría vuelto loco con tanto brillo. “Solo hubo un intento de robo”, comenta bromeando la funcionaria, “en la tercera entrega de Die Hard”. En ese momento se escucha un estruendo. “Es el metro”, señala, “parece que pasa cerca ¿verdad?”. El guardián que custodia la entrada en el tercer sótano explica que la roca transmite muy bien las vibraciones, “si alguien tratara de construir un túnel desde ahí nos enteraríamos un mes antes de que pudiera llegar”. 

La línea de metro 2 y 3 transcurre al lado, unos 10 metros por encima del nivel de la caja fuerte. El techo, de acero, tiene un espesor de dos metros y medio. Los lingotes de verdad se apilan hasta que no queda hueco. Lo normal es que se esparzan, porque por el peso puede acabar hundiendo el suelo. Pero el lecho de granito sobre el que se alzan los rascacielos en Manhattan permite aprovechar el espacio al máximo. 

El peso total de los lingotes es de 6.200 toneladas. Cada barra es única y tiene su propio registro, porque no son idénticas en su composición. Pesan unos 12 kilos pero por su densidad la sensación es el doble. La Fed no acepta un grado de pureza inferior al 99,5%. El reposatorio está dividido en 118 celdas, de las que cuelgan etiquetas amarillas con números. “Son las referencias de las cuentas”, explica, mientras señala mellas en el suelo de algunos que cayeron. 

Lingotes de oro en la Reserva Federal de Nueva York

El primer lingote, cuenta el guardián, data de 1914. Es el año que coincide con el nacimiento de la Reserva Federal. Su primer presidente fue el Benjamin Strong. La obra del edificio arrancó en 1921. Llevó dos años escarbar el hueco en el que se iba a encajar la caja fuerte. La mayor parte del oro llegó coincidiendo con la Segunda Guerra Mundial. El espacio se fue llenando hasta que alcanzó el máximo en los años 1960, hasta el punto que se tuvo que instalar una caja fuerte auxiliar. 

“El último llegó el año pasado”, señala, antes de que Janet Yellen cediera a final de enero las riendas del banco central a Jerome Powell. La idea de que haya tanto oro concentrado en un único lugar es para facilitar las transferencias entre los países, “pasándolos de un compartimente u otro”. El coste de la transferencia de cada lingote es de 1,75 dólares. “La Fed funciona como una institución privada pero no tiene ánimo de lucro”, explica, “solo gana dinero para cumplir su misión”. 

Visto desde el exterior, el edificio de la Fed de Nueva York parece una fortaleza medieval. Las rejas que protegen sus ventanas son enormes. Pero pese a las medidas de seguridad que se necesitan para proteger su desconocido tesoro, organiza visitas para educar al público sobre su función en la economía y la sociedad. Se pueden hacer reservas a través de su portal electrónico pero hay que tener suerte para encontrar un hueco disponible. 

La funcionaria de la Fed reconoce que hay multitud de teorías circulando sobre los lingotes que conserva en su caja fuerte, algunas conspiratorias como la manipulación de los precios en el mercado. Pero insiste en que no puede utilizarlas para realizar operaciones ni préstamos. Tampoco comenta sobre las cuentas de sus clientes, por acuerdos estrictos de confidencialidad. Además del oro en Manhattan y Fort Knox, hay reservas en Denver y West Point.


Artículo escrito por: Sandro Pozzi
Publicado en: El País

 

viernes, 18 de mayo de 2018

Los bancos centrales siguen comprando oro y los inversores menos



Los bancos centrales añaden en los primeros tres meses de este año, 116,5 toneladas de sus reservas mientras la demanda particular cae en un 15% para situarse en las 254,9 toneladas. 

Según el último informe del Consejo Mundial del Oro, los bancos centrales continúan con la tónica compradora iniciada hace unos años. En los tres primeros meses de 2018, han adquirido 116,5 toneladas para sus reservas, aproximadamente la misma cantidad promedio por trimestre registrado desde 2010. En la lista de compradores está Rusia que agregó 41,7 toneladas, Turquía 29,8 toneladas, Kazajstán compró 9.1 toneladas este año y sitúa sus reservas totales en las 310,1 toneladas. Estos tres países son responsables de casi la mitad de todas las compras mundiales de metales preciosos por parte de los bancos centrales en los últimos cinco años. 

Por otro lado, en estos tres primeros meses del año, la demanda mundial de monedas de oro y lingotes de oro para los consumidores particulares se han reducido en un 15% para contabilizar las 254,9 toneladas. 

Las cifras señaladas apuntalan la última tendencia en el mercado del oro. Los bancos centrales, que compran oro desde una perspectiva estratégica o política, siguen agregando metales preciosos a sus reservas este año también, mientras que los inversores y ahorradores más conscientes de los precios del oro pierden algo de inercia. En EE.UU. estas ventas particulares han caído significamente. 

En países como China e India también se ha registrado una breve caída en este primer trimestre del año, entre un 26 y 13% por ciento respectivamente. Sin embargo, no hay que olvidar que en ese mismo espacio de tiempo del año pasado se registraron notables compras que impulsaron el precio del oro. 

En Europa y Estados Unidos también se ha registrado un menor interés entre los particulares por el oro en los últimos meses. En los Estados Unidos, sólo 3,7 toneladas de monedas y lingotes se comercializaron en el primer trimestre de este año, el nivel más bajo desde el comienzo de 2008. La repentina volatilidad en el mercado bursátil estadounidense en febrero no tuvo mucho impacto en la demanda del metal precioso. En el mercado europeo, la demanda cayó un 39% a 39,8 toneladas como resultado de las cifras positivas sobre el crecimiento económico y la fortaleza del euro. 

El Consejo Mundial del Oro señala que se han acuñado menos monedas de oro en Europa debido a un creciente suministro de otras monedas de oro de inversión. Por ejemplo, muchas monedas Krugerrand han sido adquiridas por compradores europeos. Pero también hay países donde la demanda del metal precioso aumenta. En Turquía e Irán, los problemas de su divisa ha propiciado el interés por el oro. También hubo más ventas en Tailandia y Vietnam, donde la demanda aumentó un cuatro y cinco por ciento, respectivamente, en el primer trimestre del año. 




miércoles, 9 de mayo de 2018

Las Médulas: las montañas del oro romano en el Bierzo



En el Bierzo, al noroeste de los Montes Aquilanos y junto al valle del río Sil, se encuentran Las Médulas, fantástico paisaje resultado de las explotaciones auríferas romanas, y declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. 

Su estampa rojiza simula un paisaje sinuoso y de misterio. Nadie diría que los picudos farallones esconden, bajo sus entrañas, el oro de los romanos. 

Enmudecida la explotación minera desde hace siglos, el paraje de las Médulas se convierte en un bello paisaje de gran atractivo turístico, que se completa con la infraestructura museística de un aula arqueológica. 

Aquí se describe, pormenorizadamente, la época en la que mantuvo su actividad la mayor explotación aurífera a cielo abierto de todo el Imperio Romano. 

Las Médulas ofrecen al visitante, además de un paraje de extraordinaria belleza, la oportunidad de conocer un curioso y complicado sistema de explotación que el geógrafo y naturalista romano, Plino el Viejo, llamara "ruina montium".


Artículo escrito por: Paul Monzón
Publicado en: Periodista Digital

 

Todas las claves para invertir bien en oro físico


Los expertos recomiendan invertir a largo plazo hasta el 10% de la cartera. 



El precio del oro está haciendo otra exhibición de fortaleza en el transcurso de 2018. Los conflictos geopolíticos, desde el 'Brexit' a la guerra comercial entre China y Estados Unidos pasando por las tensiones en Siria y las posibles sanciones a Irán y Rusia, han devuelto al metal su condición de valor refugio número uno para los inversores. 

"Los potenciales riesgos geopolíticos no se están valorando correctamente. La liquidez se ha ido a la Bolsa y al mercado inmobiliario. Este último se ha revalorizado demasiado rápido", asegura Tomás Epeldegui, director de Degussa España, que recuerda que el metal se aplica en sectores como la joyería, la inversión o la tecnología, lo que le garantiza la demanda y da estabilidad tanto en períodos de recesión como de expansión económica. 

La cotización del oro sigue escalando peldaños en 2018 por encima de los 1.300 dólares la onza y está en el camino de cerrar su tercer año consecutivo de ganancias. Comprar el metal es sencillo y está al alcance de cualquier inversor que quiera proteger su cartera con un activo cuyo valor es históricamente más estable que el de otros productos financieros y cuya evolución está muy ligada a la evolución del dólar estadounidense y a la inflación. Estas son las claves para acertar. 

Liquidez. "El oro funciona como el mejor dinero que existe" asegura Álvaro Gallego, CEO de Auibérica, 'partner' de la alemana Auvesta, una compañía especializada en depósitos de ahorro en metales preciosos físicos. Efectivamente, el oro proporciona total liquidez. Se puede vender de forma inmediata y en cualquier lugar del mundo. Ningún otro activo se parece más al dinero físico. 

Peso y plazo. Pero, ¿qué parte de la cartera hay que destinar a la compra de oro físico y a qué plazo? "Cualquier patrimonio diversificado debe tener un 10% de su cartera en oro físico. Es una inversión de al menos 10 años. Exige la misma mentalidad que se aplica cuando se compra un inmueble", explica Tomás Epeldegui. El punto en el que hacen más hincapié los expertos es en el carácter de inversión a largo plazo del oro físico. "Así es difícil equivocarse. Lo que está claro es que por las características del producto nunca recomendamos especular", explica Álvaro Gallego. 

Opciones. Degussa España (la matriz es alemana), vende oro físico (también plata y otros metales preciosos de inversión) en su sede de Madrid. Cualquier inversor o ahorrador puede adquirir el metal (en efectivo hasta 2.500 euros y por transferencia bancaria a partir de dicha cantidad) en piezas que van desde un gramo hasta un kilo. "Para cantidades entre los 20.000 y los 25.000 euros, recomendamos la onza (31,10 gramos)", explica Epeldegui. 

Costes. Una de las grandes ventajas de la inversión en oro es que está exenta del pago de IVA (en el caso de otros metales como la plata, el platino o el paladio es del 21%) en el momento de la compra. En cuanto a los costes de la compra, son más bajos cuanto más grande es la pieza. La comisión puede rondar el 2% en el caso de una onza y bajar al 1,5% en el caso de un kilo. El otro gran coste de esta inversión es el almacenamiento. Aunque muchas personas guardan el oro físico en sus viviendas, no es la opción más recomendable. Firmas como Degussa ofrecen a sus clientes cajas fuertes con un coste de 400 euros anuales y que se pueden compartir con otros clientes. 


Artículo de: E. Utrera
Publicado en: Expansión



 

sábado, 5 de mayo de 2018

Más allá de la locura: así configuraron las fiebres del oro nuestro mundo moderno




Este año es el 170 aniversario de uno de los acontecimientos más relevantes en la historia del mundo: el descubrimiento de oro en la mina de Sutter en Coloma, California. El 24 de enero de 1848, mientras inspeccionaba un molino para el que era su patrón, John Sutter, el trabajador James Marshall divisó algo que brillaba dentro de la fría agua invernal. "Chicos", anunció mostrando una pepita a sus compañeros de trabajo, "¡creo que he encontrado una mina de oro!" 

Marshall había dado el primer pistoletazo a una fiebre global que daría cuerda al mundo con un impacto repentino y dramático. En 1848, la población de California no indígena rondaba las 14.000 personas, pero para finales de 1849 alcanzó las 100.000 y llegó a crecer hasta 300.000 personas para finales de 1853. Podemos ver la mirada enigmática de algunas de estas personas a través de fotos antiguas como daguerrotipos o ferrotipos. 

Desde México y las islas Hawaii; desde América del Sur y América Central; desde Australia y Nueva Zelanda, desde el sureste de China; desde Europa Occidental y Oriental... No hacía más que llegar gente al estado dorado. Reflexionando sobre la situación unos años más tarde, Mark Twain describía celebremente a aquellos que corrieron a por el oro como 

una población impulsiva e incansable ... Un conjunto de 200.000 hombres jóvenes que no eran unos simples enclenques, sonrientes y delicados, sino que eran jóvenes valientes, intrépidos, robustos y musculosos... "

La única vez que el mundo ha visto un grupo de hombres de este tipo juntos", Twain reflexionaba, y que "probablemente el mundo nunca volverá a ver algo igual". Cuando llegó a Ballarat, Australia, en 1895, Twain pudo ver de primera mano las increíbles consecuencias económicas, políticas y sociales de la fiebre del oro australiana que había comenzado en 1851 y que había dado el pistoletazo de salida a una segunda carrera mundial en busca del preciado mineral amarillo. 

Mujeres y hombres en la California de 1850. (Wikipedia)


"Los pequeños descubrimientos en la colonia de Nuevo Gales del Sur tres meses atrás", observaba Twain, "ya habían hecho que la gente emigrara a Australia, llegando en oleadas". Pero con el descubrimiento de las grandes reserva de oro del estado de Victoria, similares en tamaño a la cantidad de oro de California, "se convirtió en un aluvión de gente". 

Entre la mina de Sutter en enero de 1848 y la de Klondyke (en una parte remota al noroeste de Canadá) a finales de los años 1890s, el siglo XIX se vio sujeto de forma regular a estos aluviones de gente. Entre Australasia, Rusia, América del Norte y África del Sur, los descubrimientos de oro del siglo XIX pusieron en marcha grandes oleadas de personas, material y dinero. Las nuevas minas de oro se inundaban de emigrantes recién llegados de todo el mundo: mineros y mercaderes, banqueros y constructores, ingenieros y emprendedores, granjeros y buscadores de tesoros, curas y prostitutas, santos y pecadores. 

Cuando la fuerza de la primera oleada empezó a remitir, muchas personas regresaron a vidas más sedentarias en sus países de procedencia. Otros se vieron abandonados y decidieron echar raíces en los estados dorados, mientras que los que supieron aprovechar el momento de la ola del oro pusieron sus esfuerzos en nuevas minas, en nuevas tierras de granja y de pastoreo o crearon asentamientos, pueblos y ciudades. También hubo otros, poco atraídos por la idea de asentarse, siguieron a contracorriente en busca de nuevas oportunidades que la fiebre del oro pudiera traerles. 

San Francisco en 1850. (Library of Congress)


A partir de 1851, por ejemplo, cuando la fiebre del oro pasó a Australia, unos 10.000 buscafortunas dejaron América del Norte para deambular hasta las colonias británicas en las Antípodas junto a otros buscadores de oro de todo el mundo. 

El oro y la historia mundial 

El descubrimiento del metal precioso en la mina de Sutter en enero de 1848 fue un punto de inflexión en la historia del mundo. La fiebre del oro dio un nuevo rumbo a la comunicación y al transporte, acelerando y expandiendo el alcance de los imperios estadounidense y británico. 

Fue el despertar de los cables de telégrafo, de los barcos de vapor y de las vías de tren, haciendo que algunos pueblos que no eran más que pequeños puertos pasaran a convertirse en metrópolis internacionales para el paso de bienes e inmigrantes (como fue el caso de Melbourne o San Francisco) y algunos pueblos y asentamientos de interior pasaron a convertirse en ciudades de forma instantánea (como Johannesburgo, Denver y Boise). 

Este desarrollo estuvo acompañado de un aceleramiento en la movilidad (de bienes, de gente y de crédito), haciendo que crecieran los temores de la clase media ante la inminente pérdida de sus convenciones sobre los valores de respeto y domesticidad. 

Un dibujo ilustra el funcionamiento de una mina en California a mediados del siglo XIX. (Harper's Weekly/Wikipedia)


Pero las nuevas conexiones globales del oro también trajeron consigo nuevas formas de destrucción y de exclusión. Las oleadas humanas, económicas y culturales que pasaban por las regiones del oro podían ser profundamente destructivas para los indígenas y para otras comunidades locales, así como para el medioambiente de la región del que dependían sus vidas materiales, culturales y sociales. Muchos de los entornos medioambientales del mundo se han visto transformados por la fiebre del oro en forma de excavaciones, montañas de desperdicios o reconfiguración de los ríos. 

Ya en 1849, la revista Punch describía el espectáculo de la tierra siendo vaciada por las minas de oro. En las "regiones icticerias de California", satirizaba la revista londinense: "La corteza terrestre ya es casi inexistente... Aquellos que quieran recoger los restos tienen que dirigirse de inmediato a California". Como resultado, parecía que el mundo se iba a salir de su eje. 

En Estados Unidos y en otros países, tanto los académicos, como los comisarios de museos y muchos historiadores expertos en familias nos han enseñado que, a pesar de la abrumadora mayoría de varones en las regiones del oro, no deberíamos considerar esta historia como una historia de "hombres blancos". Solamente los mineros chinos constituían más del 25% de los buscadores de oro en todo el mundo, conviviendo con los mineros blancos, así como con mujeres, indígenas y otras minorías. Esta mezcla de población es necesaria para poder entender la fiebre del oro. 

La fiebre del oro en la actualidad 

La fiebre del oro no es un mero acontecimiento histórico, puesto que sus consecuencias siguen siendo relevantes en la actualidad. Los beneficios a corto plazo han causado pérdidas a largo plazo: la contaminación causada por la fiebre del oro ha sido tan perdurable como su legado cultural. La contaminación histórica ha tenido un impacto a largo plazo y tanto las agencias medioambientales como las empresas siguen teniendo que adaptarse a las consecuencias. 

En la mina abandonada de Berkley en Butte, Montana, el agua está tan contaminada con metales pesados que se puede extraer cobre directamente de la misma. Las minas ilegales en la Amazonia se suman a la presión para adaptarse al cambio climático de sus delicados ecosistemas y de las comunidades más débiles. 

Mineros en un bar. (Sonoma County Library/Wikipedia)


Pero este tipo de fiebres no son raras en el mundo actual: la fracturación de gas de esquisto se parece a la búsqueda del oro. En Estados Unidos, la industria ya ha transformado la ciudad de Williston, en Dakota del Norte, donde el precio de los alquileres está por las nubes y la ciudad se moderniza a ritmo frenético con una población dominada por hombres jóvenes: las mismas características que una ciudad durante la fiebre del oro. 

En septiembre del año pasado, el Wall Street Journal publicaba que una nueva fiebre del oro había comenzado Texas: en este caso se trata de la arena, puesto que contiene un componente esencial en la elaboración de muchos componentes de uso cotidiano y para su extracción hace falta perforar en la roca. Como consecuencia la comunidad local ha reaccionado contra la contaminación producida por el fracking de las aguas subterráneas. 

El mundo de la fiebre del oro no se trata de una época lejana que solamente les interesa a los historiadores. Para bien o para mal, estas fiebres son fundamentales para entender los cambios económicos, industriales y medioambientales que dan forma a nuestro planeta en la actualidad. 


Imagen | GSV/Flickr 

Autores: Benjamin Mountford y Stephen Tuffnell. Ambos han escrito una colección titulada Una Historia Global de las Fiebres del Oro (A Global History of Gold Rushes) que será publicada por University of California Press en octubre de 2018. Se puede leer un extracto del libro en el próximo volumen de Pay Dirt! New Discoveries on the Victorian Goldfields (Ballarat Heritage Services, 2018). 

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí

Traducido por Silvestre Urbón.



viernes, 4 de mayo de 2018

Los siete pilares de oro: Byron King



Byron King argumenta en siete puntos la necesidad de poseer oro o inversiones en oro como forma de diversificar los ahorros en un activo refugio milenario con serias posibilidades de revalorizarse

  

En el artículo escrito en dailyreckoning se recoge siete razones para invertir en oro ahora, antes de que alguna de las siguientes situaciones pueda materializarse e impulsar el precio del oro en un futuro cercano. Y estas razones las denomina los “Siete Pilares de Oro”. 

Pilar uno: Los precios del petróleo están subiendo. Desde 2015 hasta finales de 2017, hemos disfruta de un respiro de tres años desde que el barril de petróleo alcanzó los $ 100 pero ahora, el precio del petróleo parece que ha decidido despertar de nuevo. De un precio de $ 40 hace apenas seis meses, ahora estamos en los $ 70 por barril y se pronostican precios más altos. El petróleo es energía, lo que significa que mayores costos del petróleo se traducirán en precios más altos para casi todo, no sólo a la hora de llenar el depósito del coche. 

Una energía más cara es un componente importante que actúa sobre la inflación en toda la economía. Es decir, costará más conducir el coche, cultivar alimentos por agricultores, transportar la comida por las carreteras o los suministros de cualquier empresa. En definitiva, costará más mover todos los otros bienes que sostienen la economía. De hecho, la inflación basada en la energía actuará en toda la economía. 

Los estadounidenses no han experimentado una inflación basada en la energía en dos generaciones, desde finales de los años setenta y principios de los ochenta. Pero cuando los precios más altos del petróleo lleguen, el efecto dominó de la inflación se reflejará en todas las partes de la economía y debilitará el poder adquisitivo del dólar. En este escenario, los precios del oro serán más altos. 

Pilar dos: Tipos de interés subiendo. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), el interés en la deuda nacional se encuentra entre las partidas de más rápido crecimiento dentro del presupuesto federal. De hecho, para 2028, el presupuesto federal gastará más en pagos de intereses (alrededor de un billón de dólares por año) que en defensa (que actualmente se sitúa en unos $ 800 mil millones en total). 

El aumento de los tipos de interés eclipsará a casi todo lo demás dentro del presupuesto federal, desde la defensa hasta el control del tráfico aéreo o los parques nacionales. Mucho dinero del presupuesto irá a pagar intereses exclusivamente. Las únicas soluciones para el Congreso son menos gastos (que parece muy complicado) o aumentar déficits presupuestarios año tras año. 

Si Reserva Federal imprime más dinero para empapelar este el desastre, se traducirá en una reducción del poder adquisitivo y unos precios del oro más altos. 

Pilar tres: El petro-yuan. China está trabajando arduamente para abandonar el dólar como un instrumento con el que pagar petróleo. Utilizará su propia moneda, el yuan, dónde y cuándo sea posible. En la actualidad, los contratos petro-yuan de China son lo que se llaman “a largo plazo”, lo que significa que tienen fecha en septiembre de 2018. El objetivo final de China es convencer a Arabia Saudita, uno de los tres principales proveedores de petróleo de China, de que acepte el yuan a cambio de petróleo, y abandone el vínculo –que ya lleva 45 años- con el petrodólar. 

Si el comercio mundial de petróleo dolarizado recibe un golpe de estas características, podría afectar de nuevo al poder adquisitivo así que si somos conscientes de estas posibles implicaciones todavía hay tiempo para comprar oro o invertir en minería. De materializarse esta opción, soplarían vientos favorables para el oro. 

Pilar cuatro: Guerras de divisas. Ya estamos en medio de las “Currency Wars” señaladas por Jim Rickards en su libro de ese título de 2010. 

Las grandes naciones pueden jugar otras cartas sin llegar a una confrontación abierta, como son guerras cibernéticas o ataques a la moneda de la otra nación. Una posible guerra de divisas podría explotar y han síntomas al respecto. Rusia y China (y otros países) han acumulado cantidades inmensas de oro durante la última década. Rusia, en particular, es bastante transparente con respecto a sus reservas nacionales de oro, y los portavoces rusos no ocultan su posición de que el oro pretende ser una defensa contra la hegemonía del dólar. 

Una de las tesis de Jim Rickards en Currency Wars es que Rusia y China podrían combinar sus respectivos recursos de oro y crear una divisa rival al dólar. Si el sistema de comercio mundial tiene una alternativa al dólar, la divisa estadounidense estaría en problemas. El dólar ha ido en un aumento en porcentaje dentro del comercio mundial en los últimos 45 años. Pero si el dólar pierde parte de su condición de “moneda de reserva” mundial es lógico pensar que su valor disminuya y los precios del oro aumenten. 

Pilar cinco: Aranceles, sanciones y posibles guerras comerciales. En un comercio global, todo está relacionado con todo lo demás. Aranceles más altos sobre el acero chino conduce a que China grave la soja estadounidense. Prohibir las exportaciones de chips de alta tecnología a China, podría llevar a que China prohiba las exportaciones de tierras raras a los EE. UU. 

Ahora, el presidente Trump está usando aranceles, impuestos, sanciones y cambios de políticas comerciales para tratar de reorganizar la dinámica comercial global. Pero el comercio mundial ha evolucionado en las últimas cuatro generaciones. Así que la Administración Trump puede tener éxito o no en su búsqueda para reorganizar los elementos de la economía de los EE. UU. para “hacer que Estados Unidos sea grande otra vez”. Pero si estamos avocados a entrar en una guerra comercial, será mejor que los implicados poseean algo de oro en sus bóvedas. 

Pilar Seis: Guerra. Estamos viviendo una época complicada geopolíticamente hablando, al borde de una confrontación abierta. Las guerras cuestan mucha “plata”, como señaló una vez el antiguo erudito chino Sun Tzu. Como Sun Tzu escribió, “si la campaña es prolongada, los recursos del Estado no serán iguales a la tensión generada”. 

El ruido de sables actualmente se puede escuchar, desde los países bálticos hasta el Mar Negro, el Golfo Pérsico, el Mar del Sur de China, Corea y algún otro escenario más. La OTAN se ha expandido hasta las fronteras de Rusia, provocando el malestar ruso. En Ucrania, han muerto decenas de miles de soldados y civiles. Y ahí siguen los conflictos en Medio Oriente, desde Libia hasta Siria y Afganistán. De hecho, rusos y estadounidenses ya están “peleando” en guerras electrónicas en los cielos sobre Siria. Y en otro escenario, según el almirante Philip Davidson, China ya ha tomado el control del Mar del Sur de China. 

Estamos viviendo en un mundo que está bastante cerca de pasar de una guerra de divisas a una guerra real y los precios del oro tienden a dispararse con los rumores de guerra. Con guerra o rumores de guerra, el valor de los dólares disminuye y los precios del oro aumentan. 

Pilar siete: Máximos de oro. En un mundo donde la demanda de oro aumente, habrá menos disponibilidad para comprar. Grandes empresas mineras de oro están planeando reducir la producción para centrarse en la rentabilidad. Hemos alcanzado la cima en la producción de oro y pocas minas nuevas están siendo explotadas. Es decir, la producción de oro en todo el mundo se ha estancado justo ahora y es probable que disminuya en los próximos años. El resultado será un precio más alto para el oro y para las empresas que lo extraigan. 


Publicado en: © OroyFinanzas.com


La popularidad del oro: Rentabilidad media del 10% desde 1971


El oro se está volviendo cada vez más popular. Desde el año 2001, la demanda de inversión de oro en todo el mundo ha crecido un 18% al año, en promedio. Esto se ha visto impulsado en parte por la aparición de nuevas formas de acceso al mercado, como los fondos cotizados en bolsa respaldados por oro (ETF, por sus siglas en inglés), pero también por la expansión de la clase media en Asia, y un renovado enfoque en la gestión efectiva del riesgo tras la crisis financiera de 2008-2009 en Estados Unidos y la Eurozona. 

Hoy en día, el oro es más relevante que nunca para los inversores institucionales. Mientras que los bancos centrales de los mercados desarrollados están empezando a normalizar las políticas monetarias -lo que conduce a unos tipos de interés más altos-, el efecto de la relajación cuantitativa y el prolongado período de tipos de interés bajos pueden tener un efecto a largo plazo sobre este activo. 

Las políticas “no convencionales” pueden haber alterado fundamentalmente lo que significa gestionar el riesgo de la cartera y podrían prolongar el tiempo necesario para cumplir los objetivos de inversión. Por esa razón, los inversores institucionales han adoptado alternativas a los activos tradicionales, como acciones y bonos. Si nos vamos a los datos, la proporción de activos no tradicionales entre los fondos de pensiones de Estados Unidos ha aumentado del 17% en 2006 al 27% en 2016. 

Muchos inversores se sienten atraídos por el papel del oro como diversificador -debido a su baja correlación con la mayoría de los activos principales- y como cobertura contra el riesgo sistémico y los fuertes retrocesos de los mercados bursátiles. Algunos lo usan como activo refugio y como una cobertura de inflación y divisas. Como se puede apreciar en el siguiente gráfico, la rentabilidad a largo plazo del oro es comparable al de las acciones y superiores a los de los bonos o materias primas.


El oro no sólo es útil en períodos de mayor incertidumbre, su el precio ha aumentado en un promedio del 10% por año desde el 1971, cuando el oro comenzó a ser comercializado libremente después del colapso de Bretton Woods. Hay una buena razón detrás de esta rentabilidad del precio del oro: opera en un mercado grande y líquido, pero es escaso. 

La producción minera se ha incrementado en un promedio de 1.6% por año. en los últimos 20 años. Al mismo tiempo, los consumidores, los inversores y los bancos centrales han contribuido a una mayor demanda. En cuanto a los consumidores, la cuota combinada del oro mundial la demanda de India y China creció desde el 25% a principios de los años noventa a más del 50% en los últimos años. 

Para los gestores se utiliza el oro como activo estratégico, ya que ha mejorado históricamente las rentabilidades ajustadas al riesgo de las carteras, proporcionando buenas rentabilidades al tiempo que reduce las pérdidas y proporciona liquidez para hacer frente a los pasivos en tiempos de volatilidad. 


Autor: Marc Fortuño
Publicado en: Euribor

Bitcoin - 22/01/18



El bitcoin es una moneda virtual que puede utilizarse como medio de pago digital entre particulares y empresas. Se trata de la principal, pero no única, de las llamadas criptomonedas existentes en la actualidad. Aunque en el momento de su creación en 2009 fue concebida sobre todo para realizar transacciones comerciales por Internet, pronto ganó protagonismo por su rapidez en confirmar las operaciones, el bajo coste y su utilidad para realizar pagos de muy escaso importe, entre otros.

La montaña rusa del bitcoin - 05/02/18



Hace apenas dos semanas advertíamos en este programa sobre los riesgos que comporta la enorme volatilidad de las criptomonedas, específicamente el bitcoin. Su revalorización en 2017 fue impresionante: desde 1.000 euros hace algo menos de un año llegó a superar los 16.000 el pasado 11 de diciembre. Pero con la misma celeridad, enero ha sido una pesadilla para el bitcoin, perdiendo incluso la barrera psicológica de los 10.000 euros.