Los precios del oro no han sido muy divertidos desde que alcanzaron máximos históricos hace tres años.
¿Qué ha pasado desde entonces?
Los bancos centrals emergentes deberían haber parado de comprar oro. Los mineros deberían haber vendido su producción futura en contratos forward para asegurarse los precios récord. Y los inversores en oro deberían haber pasado a la recogida de beneficios... ¡rápidamente!
El oro se hundió un 20% entre septiembre de 2011 y el último día de ese año. Luego volvió a coger carrerilla para volver a desplomarse un 25% en la primavera de 2013. Desde el pasado año ha estado cotizando plano durante 12 meses, en torno a un 35 % por debajo de su pico de hace tres años.
¿Deberíamos haberlo visto venir? No lo creo.
"El negocio sigue fuerte, pero sigue formado por solo una pequeña proporción del público inversor", comentaba Paul Tustain, fundador y CEO de BullionVault en aquella semana loca de 2011. "El oro sigue sin estar en la mayoría de las carteras de la gente. Lo que vemos en el mercado es que los comerciantes están subiendo los precios en busca de abastecimiento, pero nadie está abandonando el mercado. Los propietarios de oro no quieren vender, al menos mientras la situación económica siga amenazando la destrucción del valor de los activos monetarios", añadía.
Releamos la última frase de nuevo y viajemos con la mente a finales de verano de 2011...
- La deuda del gobierno estadounidense fue rebajada por las agencias crediticias;
- En Inglaterra se produjeron revueltas y disturbios violentos en pueblos y ciudades;
- El experimento de la divisa única europea parecía que iba a explotar al juzgar por las huelgas generales, manifestaciones y escalada de violencia.
Dicho de otra manera, el desempleo en los "ricos" países de occidente estaba subiendo hasta niveles de Tercera Guerra Mundual. El estado estaba perdiendo control y ya nada estaba "libre de riesgo".
Claramente, algunos de los traders más avispados eligieron dejar de posicionarse largos sobre el oro. Porque los precios caen cuando las ofertas de venta no se ven correspondidas con ofertas de compra. Y así ocurrió, pero nadie se lo esperaba (aparte de los bajistas permanentes del oro que llevaban diciendo que el oro alcanzaría su tope desde 2009).
¿Habían sido hinchados los altos precios? No.
Ni tampoco los compradores de septiembre de 2011 cometieron un error. El surgimiento de precios reflejó la posibilidad muy real de que el inicio de la crisis actual en 2008 era solo el calentamiento de lo que quedaba por delante. Inversores, ciudadanos de a pie y medios de comunicación estaban todos de acuerdo esta vez. La crisis financiera estaba aquí y para quedarse.
Así que no hay nada de lo que arrepentirse. Comprar oro a los precios de 2011 no fue un "error", aunque cueste verlo a los precios de 2014.
No hay nada que pueda hacer que la depreciación del precio del oro sea menos dolorosa a día de hoy. Pero si se analiza cada decisión de inversión como una victoria o derrota, aquellas que tienen la intención de actuar como seguro siempre acabarán pareciendo "dinero muerto"... a no ser que el desastre azote.
Pero, ¿acaso alguien habría preferido que no hubiéramos dejado atrás el estado de la situación financiera mundial de los últimos años?
¿Alguien prefiere el colapso?
Aunque el escenario ha mejorado indudablemente, hay muchos economistas que opinan que la crisis financiera no ha terminado todavía. Al parecer, el Banco Central Europeo está de acuerdo, con su nueva decisión de imprimir más dinero para intentar reavivar la economía.
Y es muy probable que cualquier otra potencia monetaria que haya mantenido el coste del dinero en cero por cinco años consecutivos piense lo mismo.
Y por eso, el oro sigue siendo el mejor seguro contra la crisis: siempre hay que esperar lo mejor, pero perpararse para lo peor.
Artículo traducido y adaptado por María Vengut
Publicado en: Bullion Vault
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